Antonio Tovar Sánchez
Actualmente, los mayores esfuerzos en
oceanografía se centran en el estudio el conocimiento del funcionamiento global
del océano centrado en la producción primaria oceánica. En esta línea la
Antártida ha recibido una especial atención por tratarse de una zona de una
riqueza biológica única y extremadamente sensible a los cambios climáticos; y
por ser una zona HNLC (High Nutrient Low Chlorophyll), es decir una zona que
reúne las condiciones óptimas para que exista una alta producción primaria pero
que se encuentra limitada por un elemento, el hierro (Fe). A pesar de los numerosos
y multimillonarios experimentos de fertilización con Fe llevados a cabo por la
comunidad científica internacional en zonas HNLC, aún quedan muchas incógnitas
por desvelar que hacen que las fertilizaciones oceánicas con Fe como herramienta
capaz de mitigar el calentamiento global sean cuestionables. Por ejemplo, son
necesarios estudios más detallados que expliquen cómo se ve afectada la química
del Fe en las aguas superficiales oceánicas donde se ha llevado acabo la
fertilización; o el comportamiento y papel que juegan los principales
organismos representantes de los diferentes eslabones tróficos tras la
fertilización; la limitación de otros elementos traza, como el cobalto (Co),
que ven reducidos sus niveles tras la proliferación masiva de fitoplancton como
consecuencia de la fertilización.